lunes, 20 de junio de 2011

¿Es posible hoy hablar de un pensamiento filosófico colombiano auténtico?


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SEMINARIO AUTOR PENSAMIENTO FILOSÓFICO COLOMBIANO:
MIGUEL ANTONIO CARO




Trabajo Colaborativo 2





Carlos Jair Ordoñez Gómez
Javier Antonio Acevedo Chaparro 7126911
Javier Fernando Rosero Belalcazar 87067746
José Hilario López Rincón 19296258





Director: Adolfo Enrique Alvear Saravia
Grupo: 401220_2




Mayo 24 de 2011




Introducción


En las siguientes líneas intentaremos esbozar una respuesta a la pregunta ¿Es posible hoy hablar de un pensamiento filosófico colombiano auténtico? Tal ejercicio constituye la herramienta pedagógica de transferencia de la Unidad dos del Curso Seminario de Autor Pensamiento Filosófico Colombiano: Miguel Antonio Caro.

Hablar de pensamiento filosófico auténtico, es decir original, genuino, no es tarea fácil cuando hemos de tomar como punto de referencia a Miguel Antonio Caro, quien se distinguió no propiamente por sus idean innovadoras o al menos progresistas. Junto con Núñez se convirtieron en los custodios del viejo orden de orientación católica e hispánica. Todo lo demás, positivismo, liberalismo económico, progreso industrial, ciencias, fue mirado con desdén, casi con desprecio por Caro, con el claro propósito de mantener al país anclado en la estructura feudal. Precisamente el periódico desde el cual Caro dirigía sus ataques contra el pensamiento liberal o antagónico, se llamaba “El Tradicionalista”. No podría tener otro nombre.

Según Caro, el hombre era un ser imperfecto que requería de la guía moral de la iglesia católica y por ello el Estado debía estar subordinado a ella. No era entonces un seguidor de la democracia.

Por supuesto que no puede hablarse tajantemente de la inexistencia de un pensamiento filosófico colombiano. Caro no es un ejemplo de ello pero si han existido pensadores como Fernando González Ochoa, Rafael Gutiérrez Girardot por una parte y Luis Eduardo Nieto Arteta, Antonio García, Estanislao Zuleta, Orlando Fals Borda y Renán Vega Cantor, entre otros.

Lo cierto es que la historia del pensamiento latinoamericano y desde luego colombiano,  ha estado marcado en primer lugar por la imitación de las corrientes filosóficas europeas  y en sus pensadores  no se siente ese espíritu de raza, sus producciones intelectuales carecen de rasgos propios y reflejan el pensamiento occidental. Pero en segundo lugar han surgido recientemente,  la preocupación  por la búsqueda de un pensamiento propio, que nos permita pensarnos desde nosotros mismos, tanto en su expresión histórica cultural, como en su  expresión ontológica  y allí está el reto para las futuras generaciones, construir desde nuestra verdadera esencia como  latinoamericanos y colombianos esa nueva sociedad y ese nuevo hombre.

El pensamiento colombiano pasado y presente es el fruto de la sobreposición impuesta y violenta de culturas tan diversas como la aborigen, la de los esclavos africanos y la de los invasores europeos con los españoles a la cabeza.



¿Es posible hoy hablar de un pensamiento filosófico colombiano auténtico?

La exploración de una respuesta nos lleva a dos posiciones. Quienes admiten que sí existe un pensamiento filosófico colombiano y quienes consideran que no se ha logrado una sistematización del pensamiento ni un planteamiento que desarrolle una postura filosófica propia, que resalte la importancia y la vivencia de la filosofía colombiana, o simplemente que no existe tal pensamiento.

Como sustento de la primera tesis se destaca el pensamiento filosófico de Fernando González Ochoa, llamado el filósofo de la autenticidad, subvalorado en un país de vanidosos, a los cuales sus formas de vida se presentan nulas de reflexión y critica. Pero ahí está ese pensar auténtico, rebelde, anarquista,  individualista, absurdista, colombianista; esa virtud que tenía de decir que el individualismo que profetizaba no era ese individualismo vulgar de encerrarse a sí mismo y no ver el mundo, sino desde ahí criticar al mundo, a sus bases vanidosas. Sus enseñanzas servirían de base para el movimiento literario nadaista con su discípulo Gonzalo Arango; ahí vemos como Fernando González Ochoa dejó un legado a la filosofía colombiana, desde su profundo pensar no solo pudo haber nacido el nadaísmo de Gonzalo Arango, sino también otra visión filosófica que puede ser una apología a la cual podría defender y justificar el desborde de un individuo que por la rebelión dejara todo.

González habla de la teoría del individuo, se manifiesta contra la vanidad del pensamiento intelectual, tildándolo de elitista, asume una posición dura contra algunas cosas del pensamiento filosófico europeo, acusándolo de vanidoso; siempre trato de que los individuos sean rebeldes, en su tesis que presentó para optar por el título de abogado demostró toda su rebeldía ante la sociedad de su tiempo: “El derecho a no obedecer”, siendo obligado a  cambiar el titulo de la misma y escogiendo el simple nombre de “Una tesis”.

De igual manera ha de mencionarse como ejemplo de pensamiento filosófico colombiano la labor de Rafael Gutiérrez Girardot, radicado en Europa desde 1950 y recientemente fallecido en 2005. Poco conocido en nuestro país, pero tal vez el intelectual colombiano de mayor prestigio y reconocimiento internacional. Casi toda su obra fue escrita en el exterior. Alumno de Heidegger, de Xavier Zubiri y de Hugo Friedrich; hombre de amplia formación humanística, coherente, lúcido y radical en la exposición de sus ideas. Profesor de filosofía, historia, crítica literaria e hispanística en varias universidades europeas. Traductor de Nietzsche, Martin Heidegger, Ernst Jünger, Walter Benjamín, Gottfried Benn y de otros filósofos y pensadores alemanes.

Veamos la segunda tesis: En Colombia no se ha logrado una sistematización del pensamiento ni un planteamiento que desarrolle una postura filosófica propia, que resalte la importancia y la vivencia de la filosofía colombiana. Sin embargo, existen y han existido esfuerzos bien significativos en los que se demuestran avances importantes en la aspiración por un pensamiento propio  y por alcanzar un reconocimiento en el contexto internacional.
Difícilmente puede hablarse de un pensamiento filosófico colombiano auténtico, no solamente hoy, en los albores del siglo XXI, sino también en los años que siguieron a la conquista a finales del siglo XV. Antes de la invasión y avasallaje de los europeos sobre los territorios aborígenes, los nativos americanos tenían una cosmovisión propia que se reflejaba en sus mitos. Tras la llegada de los europeos, la cultura aborigen es superpuesta y reemplazada de manera violenta por la foránea. A partir de allí, el pensamiento colombiano y latinoamericano se ha visto influenciado de manera notoria por las ideas europeas. Entre la denominada conquista y la llamada colonia la única diferencia que existe es el paso de los siglos. La ignominia del sometimiento va dando sus frutos en la cultura de los sometidos que asumen su lengua y su ideología política y religiosa.

Desde la anterior perspectiva, en general, el pensamiento colombiano es el resultado de la imposición de las ideas de los españoles, que en el concierto europeo del siglo XV y posteriores, se hallaban hundidos en el oscurantismo. A partir de allí, fenómenos sociales y políticos como la Ilustración y la Revolución Francesa incidieron en el desarrollo del pensamiento colombiano. Recordemos el notable influjo que recibieron hombres como Antonio Nariño en sus ideas y su lucha por la libertad y la independencia.

Con posterioridad, debemos resaltar que las ideas que se fueron levantando en la Europa del siglo XIX sirvieron de fundamento para las luchas políticas y de independencia que se adelantaban en América y Colombia no fue ajena a esa influencia. La filosofía sirvió como arma de carácter ideológico en la lucha por la emancipación y los principales pensadores o ideólogos de la nación colombiana están representados, a su vez, en los padres de los partidos tradicionales que en Colombia se han arrogado el poder desde sus inicios.

Esa influencia o ¿dependencia? no es ajena en Miguel Antonio Caro, uno de los fundadores del partido conservador, fanático defensor de la idea de hispanidad  y seguidor furibundo de la filosofía tradicionalista hispano-católica en la corriente de Balmes, Donoso Cortés y Menéndez de Pelayo. No podía haber autenticidad en el pensamiento de Caro, cuando simplemente seguía el curso del tradicionalismo de las ideas religiosas católicas y se aferraba a las tesis de un Estado sometido al poder de los preceptos morales de la iglesia. No encuentro en Caro un asomo de progreso o de originalidad. De hecho, su defensa de las ideas hispano-católicas, ya había sido expuesta por el ideólogo conservador Sergio Arboleda (1822-1888) quien consideraba que “la independencia solo tendría un desarrollo feliz si se conservaba la herencia colonial en las instituciones, la religión y la educación de los colombianos”[1], en respuesta a José María Samper (1828-1888) quien encontraba en “la naturaleza de la colonización hispana el origen del atraso económico y la inestabilidad política de las repúblicas hispanoamericanas”[2]

De otra parte, debemos tener en cuenta que la educación en Colombia, entendida como espacio para formación del individuo,  ha sido propensa a seguir esquemas foráneos y a debilitar el pensamiento crítico, sin el cual no puede concebirse la existencia de la Filosofía. Ya desde Caro, la educación era centro de debate, pero no por intentar una formación acorde a la idiosincrasia de la incipiente nación colombiana sino por las disputas entre Bolívar y Santander sobre si se debía seguir a Bentham, a Spencer o a Balmes. 

En la era de la tecnología y la globalización que nos ha correspondido vivir, es ingenuo hablar de la existencia de pensamientos con nacionalidad. El pensamiento como atributo del ser humano es universal a pesar de que el mismo se vea influenciado por factores externos como el tiempo y el espacio.

La contemporaneidad nos ha  traído de la mano la inmediatez de la información y la interdependencia de la globalización, elementos que están llevando a la homogeneización de las sociedades, a la producción en serie de individuos con costumbres, culturas, ideologías con tendencia a la uniformidad enajenante.






























Referencias

-       GARAVITO, Camilo. Ensayo: “Alrededor del papel del filósofo en Colombia”. Universidad Nacional. Disponible en http://www.saga.unal.edu.co/etexts/PDF/saga2/Garavito_filcol.pdf. consultado el 24-05-2011.
-       TOVAR GONZÁLEZ, Leonardo (2006). Trayectoria y carácter de la filosofía en Colombia. Módulo del Curso de Pensamiento Filosófico Colombiano. Unad.
-       TOVAR GONZÁLEZ, Leonardo (2006). Módulo Autor de Filosofía colombiana: Miguel Antonio Caro. Unad.



[1] TOVAR GONZÁLEZ, Leonardo. Trayectoria y carácter de la filosofía en Colombia. 1989. Texto actualizado en febrero de 2006. p. 54.
[2] Ibídem

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